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El duelo duele

Desde un punto de vista psicológico, podemos definir el duelo como el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de un empleo, de un ser querido, de una relación, de un estado o estatus, de una fase vital, de una identidad determinada, etc.). Ese proceso conlleva gestionar, a ratos, dosis de dolor emocional de intensidades variables que debe ser atendido y entendido.

Este proceso de pérdida tiene una respuesta emocional sentida asociada, en sus distintas fases, con diferentes emociones que podemos observar en esta gráfica (elaborada por la psiquiatra Elisabeth Kübler Ross)

El tránsito por las diferentes etapas, normalmente, no se realiza de manera lineal ascedente, como nos muestra la gráfica. Ni siquiera, a veces, las etapas se suceden en este orden. Por ello, es interesante tomar consciencia del estado complejo por el que vamos transitando en cada momento.

Hacerlo de manera consciente nos permite entender los avances y/o retrocesos que se vayan produciendo para poder actuar al respecto.

Elaborar los duelos adecuadamente

Una elaboración adecuada de un duelo es aquella en la que la persona transita por las diferentes etapas y va evolucionando, a su ritmo y a su necesidad, consiguiendo ese estado de aceptación y comprensión de la nueva situación que le ofrezca serenidad y confianza en el futuro.

La duración y evolución de un duelo depende de muchos factores (tipo de pérdida, momento en el que nos encontremos respecto a esa pérdida, vinculación con la pérdida, comprensión de la situación, autoconocimiento, etc..). Aunque no se puede marcar una cifra precisa, una elaboración adecuada puede encuadrarse en un marco temporal que oscila entre los tres o seis meses y los dos años aproximadamente.

Si bien, en ocasiones, algunas personas por sus características de personalidad, por sus circunstancias personales, por la superposición con otros duelos, por falta de habilidades de gestión emocional, etc. no transitan adecuadamente por esas etapas o se estancan en una de ellas y pueden experimentar grandes dosis de malestar que no son capaces de gestionar oportunamente, comenzando a afectar a todas las facetas de su vida (física-orgánica, cognitiva-pensamientos-actitudes y conductual-comportamental), influyendo en sus relaciones personales, laborales, familiares y sociales.

La ayuda profesional

Muchas personas describen el dolor del duelo como un vacío profundo que, según el tipo de duelo, puede ser de mayor o menor intensidad, aunque en todos los casos suele provocar sensaciones desagradables y complejas de manejar (apatía, desgana, tristeza, insatisfacción, falta de interés por lo que antes sí que interesaba, inquietud, irritabilidad, ansiedad, desasosiego…)

El dolor que produce un duelo no es evitable y se hace necesario experimentarlo y expresarlo para superarlo. Para ello es preciso que se identifiquen, se reconozcan y se validen las emociones que van surgiendo, que se expresen adecuadamente y que genere el aprendizaje oportuno para desarrollar habilidades de mejora en la relación consigo mismo y con el entorno.

Es en estos momentos cuando la ayuda profesional puede suponer un soporte fundamental que aporte a la persona herramientas para tomar consciencia de su estado, aprender a gestionarlo, desarrollar hábitos y actitudes para evolucionar y, finalmente, conseguir una elaboración adecuada.

Si estás transitando en estos momentos por algún duelo, si te cuesta entender qué te está pasando, si no puedes o no sabes expresar lo que sientes, si esa sensación de vacío se ha instalado en ti y te impide funcionar con normalidad en tu día a día, quizás sea el momento de contar con ayuda profesional para seguir elaborándolo adecuadamente.

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