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Fatiga Mental

Fatiga Mental…de lo ocasional a lo crónico

A menudo, no somos conscientes de que estamos entrando en un estado emocional determinado hasta que estamos de lleno en él y sufrimos sus efectos. Sobre todo, si ese estado emocional ha ido instalándose en nuestra mente (y en nuestro cuerpo) de manera lenta y progresiva (recordemos la metáfora de la rana y el agua hirviendo). Y el indicador de que estamos de lleno en él no es el síntoma de lo que nos ocurre, es la consecuencia de lo que hemos hecho hasta ese momento que nos ha llevado a ese estado. Por todo ello, hoy me apetece reflexionar sobre la Fatiga Mental, y cómo se llega a pasar de lo ocasional a lo crónico.

Empecemos entendiendo el concepto. Fatiga Mental es la disminución de capacidades físicas (y mentales) por el desarrollo de una actividad durante un tiempo determinado.

A priori, con esta definición, podemos entender que es lo lógico y natural y que, con el descanso oportuno, sencillamente nos reequilibramos y volvemos a tener nuestras capacidades físicas y mentales a pleno rendimiento.

Pero, ¿qué ocurre cuando la fatiga mental se extiende en el tiempo más de lo recomendable? ¿qué ocurre cuando el descanso ya no es reparador y no se consigue el reequlibrio esperado? ¿qué sucede cuando la fatiga mental se cronifica?

El hecho de que este estado disminuido de capacidades físicas y mentales se alargue en el tiempo y se complique su resolución se denomina Síndrome de Fatiga Crónica.

Este síndrome es un trastorno complicado que se caracteriza por fatiga extrema que dura al menos seis meses y que no puede explicarse por completo por una afección médica subyacente. La fatiga empeora con la actividad física o mental, y no mejora con el descanso.

Llegar a estos seis meses mencionados puede ser relativamente fácil si estamos inmersos en un volumen de actividad cotidiana alta, con sucesos más o menos intensos que requieren nuestra implicación y, sobre todo, si hemos desatendido nuestras necesidades reales y vitales de descanso reparador (fundamentalmente a nivel mental) que requerimos día a día.

La vida rápida que llevamos hoy en día, el devenir de acontecimientos personales y sociales imprevistos que tenemos que afrontar (desempleo, rupturas sentimentales, fallecimientos de seres queridos, una pandemia mundial, etc..), el estilo de vida que hemos elegido tener y/o, sencillamente, nuestras características de personalidad, contribuye oportunamente a cronificar esa fatiga mental (y física).

Tratar esta fatiga como un síntoma, justamente es lo que hace que se cronifique. El uso y abuso de sustancias estimulantes como el café, seguir funcionando en modo multitarea, la utilización de las pantallas y la tecnología como manera de distraerse, entre otras, son fórmulas ineficaces ante la fatiga mental y, consecuentemente, física que sufrimos.

Al hilo del uso y abuso de la tecnología, recomiendo la lectura de esta entrevista, realizada a Mark Rego, psiquiatra de la Escuela de Medicina de Yale, que me resulta muy reveladora en cuando a los efectos a nivel cerebral que tiene estar “conectados permanentemente”.

Para terminar y a modo de conclusión, me gustaría ofrecer mis reflexiones sobre los contenidos de esta entrevista:

  • El uso continuado de herramientas tecnológicas (para casi todas las actividades diarias de la vida) genera fatiga mental.
  • El mero sueño o descanso nocturno NO siempre repara esta fatiga.
  • El impacto de la fatiga mental en los trastornos de ansiedad y depresión es significativo.
  • En cerebros menos maduros, que aún no se han desarrollado en su totalidad, esta fatiga mental continuada se puede cronificar y generar efectos más complicados de resolver (trastornos en el desarrollo de las capacidades de atención, concentración, memoria, etc).
  • Niños, adolescentes y jóvenes son población más vulnerable a estos efectos (recordemos que hasta los 25-30 años se sigue desarrollando nuestro cerebro)
  • El descanso realmente reparador ante la fatiga mental está relacionado con la realización de actividades de bajo impacto para la corteza prefrontal (actividades manuales, artísticas, musicales, actividades en entornos naturales y con presencia física, entre otras).

¿Sientes que, al poco de iniciar cada día, ya no tienes energía para continuarlo? ¿Llegas, constantemente, a la noche con poca o ninguna energía? ¿Tus niveles de concentración, atención, memoria y motivación por las actividades de disfrute bajan día a día? ¿Estás más irascible, te tomas de manera personal la mayoría de los acontecimientos que te suceden, te aíslas frecuentemente o, por el contrario, realizas actividades sociales de forma compulsiva? ¿Empiezas a experimentar frecuentes dolores de cabeza, contracturas, debilidad muscular, problemas digestivos, aumento o disminución del apetito…?, quizás es momento de revisar si esa Fatiga es algo puntual o se está convirtiendo, sin que te des cuenta, en algo continuo, si tu Fatiga Mental está pasando de lo ocasional a lo crónico. ¿Lo hablamos en consulta?

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